La enfermedad arterial periférica (EAP) es un problema circulatorio en el que las arterias que llevan sangre a las piernas y brazos se estrechan o bloquean debido a la acumulación de placa.
Esto provoca una mala circulación, dolor al caminar y, en casos graves, complicaciones más serias como úlceras o gangrena.
Detectarla a tiempo es clave para prevenir complicaciones y mejorar la calidad de vida.

¿Qué es?

Es un trastorno en el cual las arterias que suministran sangre a las extremidades, especialmente las piernas, se estrechan debido a la acumulación de grasa y otras sustancias (placa aterosclerótica).
📌 Esta obstrucción dificulta el flujo sanguíneo, lo que puede causar dolor, debilidad muscular y otros síntomas.
📊 Prevalencia: Afecta aproximadamente al 15-20% de las personas mayores de 60 años y es más común en personas con diabetes o hipertensión.

Síntomas de alerta

Los síntomas dependen de la gravedad de la obstrucción, pero los más comunes incluyen:
  • Color azulado en labios o uñas
  • Dolor o calambres en las piernas al caminar (claudicación intermitente).
  • Sensación de frío o entumecimiento en los pies.
  • Heridas que tardan en cicatrizar o no cicatrizan.
  • Debilidad o fatiga al usar las manos o brazos.
  • Diferencia en la presión arterial entre ambos brazos.

Causas y factores de riesgo

La principal causa de la EAP es la aterosclerosis, una acumulación de grasa en las arterias que reduce el flujo sanguíneo.

🔹 Factores de riesgo principales:
Tabaquismo: Principal factor de riesgo, acelera el daño arterial.
Diabetes: Afecta la circulación y favorece la obstrucción arterial.
Hipertensión arterial: Puede endurecer y dañar las arterias.
Colesterol alto: Favorece la formación de placas en las arterias.
Sedentarismo: La falta de ejercicio empeora la circulación.
Obesidad: Aumenta la carga sobre el sistema circulatorio.
Edad avanzada: El riesgo aumenta a partir de los 50 años.

🔎 Dato importante: Las personas con EAP tienen mayor riesgo de sufrir infarto o ictus, por lo que es fundamental su control.

Diagnóstico y pruebas médicas

Para detectar la EAP, el médico puede realizar varias pruebas, como:

📌 Índice tobillo-brazo (ITB): Compara la presión arterial en el tobillo y el brazo para detectar problemas de circulación.
📌 Ecografía Doppler: Evalúa el flujo sanguíneo y la presencia de obstrucciones en las arterias.
📌 Angiografía: Prueba con contraste para visualizar el estado de las arterias.
📌 Pruebas de esfuerzo: Miden la respuesta del flujo sanguíneo al ejercicio.

Un diagnóstico temprano permite iniciar un tratamiento adecuado y evitar complicaciones.

Recomendaciones

El tratamiento tiene como objetivo mejorar la circulación, aliviar los síntomas y reducir el riesgo de complicaciones graves.

  • Alimentación saludable
  • Controles médicos y prevención
  • Ejercicio físico y control del peso
  • Evitar factores de riesgo
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